Fondada en 1549 por Tomé de Souza y primera capital de Brasil hasta 1763, Salvador de Bahia, fue un punto de convergencia de las culturas europeas, africanas y nativas. Fue también desde 1558, el primer mercado de esclavos del Nuevo Mundo, provenientes de las costas de África para los cultivos de la caña de azúcar.

Salvador está dividida entre ciudad alta incluido el Pelourinho, y ciudad baja (cidade baixa) en donde se encuentra el Mercado Modelo (artesanías y recuerdos) y los edificios administrativos. Alrededor de este centro histórico, cuyas dos partes están conectadas por el Elevador Lacerda y por varios funiculares (planos inclinados), la ciudad ocupa una superficie extensa compuesta por barrios contrastantes (pequeñas casas, favelas, antiguas villas absorbidas por la ciudad, grandes conjuntos habitacionales, edificios de lujo) separados por autopistas. Como capital del Estado de Bahia, la ciudad alcanza actualmente más de tres millones de habitantes, y está considerada como uno de los polos culturales de Brasil.

La mayor parte de la población de Salvador tiene origen africano, lo que le da el bonito apellido de « perla negra de Brasil ». Esta preservada alma africana se encuentra en la cultura (culto animista del Candomblé con sus dioses y diosas, los venerados Orixás con cualidades y defectos tan humanos), en la comida (condimentos, aceite de palma llamado dendê, leche de coco), en las danzas (axé y samba) y en un carnaval increíblemente colorido y animado que llega como apoteosis  de todas las locas fiestas populares que acontecen de forma espontánea durante todo el año. Por esta razón, los bahianos (brasileños nacidos en Bahia) dicen que cada día dado por Dios en esta tierra tiene que ser un día de fiesta. Fuera de carnaval, hay en Salvador muchas otras celebraciones (como mínimo una al mes).

Salvador es una ciudad donde los sentidos están despiertos constantemente: por la vista de las iglesias sobrecargadas de oro, por el sabor exótico de las bebidas y de las comidas tradicionales, por el olor de los condimentos y hierbas, los colores de las casas tradicionales del Pelourinho, los gritos de los vendedores de calle, y, más que nada, el ritmo característico de la música de Bahia, presente en cada lugar.

Alrededor de la ciudad, a pocos kilómetros, los turistas encontrarán esplendidas playas, especialmente al norte.